viernes, 12 de junio de 2009

Vacaciones de maestro.


Ya se ve en el horizonte el final del curso y se adivinan las deseadas vacaciones escolares. Dos meses, casi na, desde luego no os podéis quejar los maestros y además las de Navidad y Pascua y Fallas y puentes... Esa es la cantinela, con retintin, que tenemos que aguantar los maestros de parte de nuestros vecinos, amigos, cuñados, hermanos y hasta de nuestro propio conyuge durante toooooooodo el verano. Y digo yo, que algo de razón tienen o mejor dicho, la tendrían si entendiéramos que esos dos meses estamos tumbados al sol mirándonos la barriga. Durante las vacaciones quien más quien menos evalúa el curso que ha dejado atrás y prepara el siguiente. Son horas, días, tal vez semanas en las que seguimos trabajando, de una manera más relajada pero trabajando.

Este trabajo, anónimo y en solitario, seguramente dará sus frutos y repercutirá en la calidad del trabajo de ese docente y, si hay suerte, en la calidad de su escuela y nadie negará a estas alturas que nuestro modelo de escuela, necesita un salto de calidad, no solamente en el ámbito académico sino también en el ámbito de las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa.

Yo estoy dispuesto a poner mi granito de arena para hacer de mi escuela, una escuela mejor. Si tengo que esperar a que otro lo vaya a hacer por mi, voy listo. Me voy a atrever a proponer otra opción. En lugar de trabajar en casa, solos y desconectados de nuestro lugar de trabajo, mantengamos el horario de invierno también en junio y septiembre, eso sí, sin alumnos/as. Durante las tardes de junio, repito, sin alumnos/as, podríamos trabajar en equipo, evaluando el curso, proponiendo mejoras, reorganizando el centro para el curso que viene, realizar algún curso de formación, etc. Durante las tardes de septiembre, también sin alumnos, tendríamos más tiempo (sobre todo esa primera semana desesperante antes de que lleguen los/as chavales/as) para reubicarnos, asignar horarios, tutorías, refuerzos, etc. No digo yo que sea una solución global pero estoy seguro que ayudaría a no estar tan de los nervios al principio y al final del curso.

Eso sí, para que ese tiempo de permanencia en el centro fuera realmente efectivo, haría falta una cosa, tan solo una: ganas de trabajar juntos para mejorar. ¿Estamos ahí? Es difícil contestar con un sí rotundo. Lo de las ganas de trabajar, bueno, cada uno tiene sus motivaciones; lo de juntos, es más complicado de lo que parece; y lo de mejorar, ¿en que dirección? También cada uno tiene sus metas. En realidad, lo que más nos urge es replantearnos no solamente nuestra labor diaria, sino también el papel que jugamos en la escuela en tanto que miembros de lo que debería ser un verdadero equipo de trabajo. Y para eso es imprescindible tener tiempo y tranquilidad. Ahora lo tenemos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para este verano ya pienso en un horario de trabajo. Realizar alguna publicación y leer otras, desarrollar y mejorar unidades didácticas... Desde Melilla nos resulta complicado la realización de cursos.
La mejora requiere de un buen rumbo (principios pedagógicos, bases teóricas y experiencia práctica) y de constancia con paciencia. En los cinco años que tengo de experiencia, he intentado muchas veces colaborar en grupos de EF, interdisciplinares, educación ambiental... y ninguno a cuajado. Aspiro a poder desarrollarlo algún día. Tal vez internet esté posibilitando este camino y todavía no lo hemos intentado verdaderamente.

elmaestrojuan dijo...

Creí que este post iba a levantar más polémica y no se como interpretar el silencio en los comentarios.
Gracias Pepe por el tuyo, sin duda la colaboración (internet es un medio muy potente) es un buen sistema para mejorar. Solo hace falta no caer en la complacencia y creer en tu trabajo. No hay más que visitar tu blog para darse cuenta que estás en ese camino. Bon estiu!