miércoles, 11 de marzo de 2009

Pelea


Ya estábamos recogiendo el material y algunos chavales ya iban hacia el vestuario. Al llegar nosotros (los dos profesores) a la puerta nos encontramos a dos pegándose en el suelo. Mi compañero de fatigas los separa y nos damos cuenta que uno de ellos sangra por la nariz. Ya sabéis lo que sigue: enfado, reprimenda, excusas, cura, charla con la tutora, notita en la agenda, parte de disciplina...¿y? Pues, como dirían en el 1,2,3: hasta aquí puedo leer. Lo que venga a continuación dependerá de como se aplique el Decreto 39 sobre convivencia en los centros y nuestro RRI. Mi experiencia en estos casos me dice que raramente las partes implicadas quedan contentas con la resolución, unos porque ven insuficientes las medidas adoptadas y otros por lo contrario. Y en esas partes incluyo a los alumnos, sus maestros (los de EF en este caso), su tutor/a, el resto del claustro, sus compañeros de clase, el equipo directivo, las familias e incluso la inspección.

Supongo que el grado de satisfacción sería más elevado si al menos todos los miembros de la comunidad educativa citados antes tuvieran información clara (sin dobles lecturas), concisa (directa, de fácil aplicación) y de primera mano (desde el centro y/o consejo escolar) de cuales son sus derechos, deberes y las consecuencias que se derivan de las faltas que tengan lugar. Así todo el mundo sabría a que atenerse y evitaríamos malentendidos, falta de rigor y arbitrariedades. Al pan pan y al vino vino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente reflexión. Mi experiencia en varios centros es que no existe un consenso en las decisiones: calificaciones, programaciones, partes de disciplina...